ACPI cierra esta primera parte del año con una actividad cultural que se enmarca en el centenario del nacimiento de CAMILO JOSE CELA
La exposición que visitamos lleva el título: El Centenario de un Nobel. Un libro y toda la soledad.
Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1989 ha sido uno de los escritores españoles más destacados, más versátil y más sorprendente del siglo XX. Novelista, articulista, dramaturgo, poeta, académico, editor, pintor, coleccionista, actor, tertuliano y andariego incansable. Si hubiese cumplido más años posiblemente algo más podríamos agregar a su tesón y gran capacidad de trabajo.
La exposición en su homenaje, que ofrece la Biblioteca Nacional de España, fue visitada por una decena de periodistas de ACPI y otros colegas siguiendo las huellas de un ser imprevisible, con muchas aristas, pero que supo aprovechar tanto las adversidades como los éxitos.
Esta abundante muestra ha sido comisariada por Adolfo Sotelo Vázquez, catedrático de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, escritor y crítico literario, director de la Cátedra Camilo José Cela, en colaboración con la Biblioteca Nacional, Acción Cultural Española y la Fundación Cela con sede en Iria Flavia (Galicia).
Dado que el interés que manifestaron los corresponsales de prensa iberoamericana tuvimos un guía de lujo, el Director de Cultura de la Biblioteca Nacional Carlos Alberdi un gran conocedor del Nobel pero además, ha sido con anterioridad Director de Relaciones Culturales y Científicas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Director General de Cooperación y Comunicación Cultural del Ministerio de Cultura, Coordinador de Cultura de La Casa Encendida; Director del Centro Cultural de España en Buenos Aires y Subdirector de la Residencia de Estudiantes. Lo que fue relatándonos ha sido fascinante y útil para quienes solo conocían una faceta del escritor gallego.
Esta exposición se compone de diversos objetos íntimamente ligados a la vida de Cela. Se recogen más de 600 piezas relacionadas con distintos momentos de la vida de este escritor universal. Se centra especialmente en todo el proceso creativo, la forma de tratar sus textos, los objetos que le acompañaban y la obsesión por coleccionar, guardar y tener un control de todo.
Entre los objetos más destacados que se pueden contemplar figuran manuscritos de sus obras más importantes así como la medalla del Premio Nobel que recibió en 1989.
Nos señalado el Director Cultural de la BNE que “Cela era por un lado un contador de historias pero por otro lado un artífice de la lengua, un estilista.”
“De Pío Baroja decía que era su maestro, su referente. De Valle Inclán le atraía el uso del lenguaje.”
Sorprende parte de su colección de esquelas, puros, tarjetas de trajes regionales, botellas vacías de vino firmadas por otros artistas célebres y otros objetos compartidos con Hemingway, Picasso y Miró. Los libros, cuadros y la mochila con la que emprendió su Viaje a la Alcarria, entre otros nos muestran parte de la personalidad andariega del autor de La familia de Pascual Duarte o La colmena.
La exposición no solo se centra en la veta literaria de este escritor, también se exhibe interesante material de su faceta de hombre multifacético
En 1943 obtiene su primer carné de periodista haciendo reportajes periodísticos como hombre de letras pero a su vez abriendo caminos profesionales. En el 47 cuando la Censura no le deja publicar “La colmena” se dedicó a pintar y hubiese sido alguien relevante y curioso si hubiese continuado por ese camino. Cuatro cuadros nos llenan de asombro y reflejan ese momento en la que asoma otra veta artística hasta ahora desconocida.
También cuesta entender su etapa de hacer viñetas con un mensaje tan expresivo como el de sus palabras. Luego como actor, en películas como El sótano de Jaime de Mayora, Facultad de Letras de Pío Ballesteros o Manicomio de Fernando Fernán Gómez.
En otro apartado que cuelga del techo se le puede ver detrás de la fotografía con obsesiones como tomarse fotos cada día al afeitarse y guardar su barba. Pero son históricas las fotos junto a personajes de la época lo que revela sus habilidades sociales para mantener amigos de peso cultural, tanto en lo nacional como en el exterior. Sus viajes también tienen cabida en esta exposición así como su predilección por los toros.
La muestra se puede visitar de forma gratuita en la Biblioteca Nacional (Paseo Recoletos 20-22, de Madrid) hasta 25 de septiembre de este año.
Apostillas a la visita
Por Sully Fuentes
Camilo José Cela tuvo una vida intensa y una personalidad extravagante. Fue un Nobel particular, quizás, más personaje que padre de sus criaturas literarias.
En la entrevista que me concedió en 1989 en su casa de la Urbanización “El Clavín” en Guadalajara, aseguró que “el éxito no es más que ponerse a primera hora de la mañana ante una cuartilla en blanco y dedicar 90 % de transpiración y 10 % de inspiración”. Lo dijo de forma rotunda con esa voz profunda que le caracterizaba y con la que envolvía su discurso en un cierto halo de verosimilitud.
Me adelantaron – por más que ya había intercambiado unas palabras un par de veces con él en TVE- que se cebaba con sus interlocutores y que no me sorprendiera si hacía algo que se circunscribía en lo escatológico, lanzaba al aire algún taco irreverente o me sorprendía con una orden tajante … que no venía a cuento. Ésa era la película que había editado para su propio personaje. Pero no todos los días sacaba el celuloide para vestirse de alguien que no era él. En esa ocasión fue el Nobel en plenitud, elegante, locuaz e interesante. No tenía desperdicio cada frase que pronunciaba. Se percibían emociones vividas intensamente. Quizás los vientos estuvieron a nuestro favor.
Hoy ha pasado más de un cuarto de siglo y cuando nos adentramos en el centenario de su nacimiento la perspectiva es otra. Hay tanta información de su matices personales, tal abundancia de estrategias por la que dirigió su talento, sus circunstancias y su dedicación, que hoy la entrevista hubiese sido otra, menos intimista , más circense, más extravagante.
Debemos reconocer que llamó mucho la atención por su desparpajo y por parecer gracioso. Otros lo han interpretado como un irreverente que usaba la grosería para incomodar o para ver cómo reaccionaban las personas. Lo que nadie duda es que fue incansable en perseguir sus objetivos, que no se privó de casi nada, que su estilo fue fraguado también por el descontento , la rabia y la impotencia ante los hechos que le tocó vivir pero a favor tuvo la diversidad de sus talentos que enriquecieron su obra.
No se puede pedir la perfección si en algo era genial .Hoy lo seguimos leyendo con avidez a pesar de esa imperfección humana que cargó sobre sus hombros y de la personalidad poliédrica que le definió.